por qué quiero evitar el azúcar

Ya que es lo que he elegido como reto de este mes voy a explicar un poco mis motivos.

En el contradictorio y controvertido mundo de la nutrición y las dietas, si hay algo en lo que prácticamente todos parecen estar de acuerdo es en la necesidad de evitar, o al menos reducir al máximo, el azúcar refinado y otros azúcares -ocultos- añadidos. La OMS (para quienes necesiten la opinión de un organismo «fiable») recomienda que el consumo de azúcares libres no exceda el 5% de las calorías diarias (ver el documento). Pero ¿por qué?

No sólo es porque engorden o dejen de engordar (de hecho un notición podría ser que «el azúcar no engorda, los que engordamos somos nosotros cuando comemos más de lo que gastamos o cuando tenemos algún desajuste metabólico»). Podría decir aquí que el argumento más fácil sería considerar que son calorías vacías, es decir que sus 4 kcal/gramo no nos aportan ningún nutriente. Y ésto para mí ya sería suficiente motivo, porque mi objetivo es proporcionarle al cuerpo la mayor cantidad de nutrientes posible con las calorías justas que necesita para mantenerse (¿para qué desequilibrar tontamente ese balance?)

La cuestión preocupante es que va mucho más allá de las calorías. El verdadero problema está en cómo su consumo en exceso y a diario, como es habitual es la alimentación occidental actual, puede afectar a nuestra salud (y no sólo a nuestra silueta): eso que siempre hemos oído de que provoca caries, pero también por ejemplo favoreciendo a la larga cuestiones más graves como el llamado síndrome metabólico (diabetes, enfermedades cardiovasculares, cáncer…).

Se pueden encontrar infinidad de libros y artículos científicos o no científicos y de vídeos documentales en YouTube, algunos más o menos sensacionalistas -aunque razón no les falte-, que presentan al azúcar como la droga del siglo XXI por su elevado poder adictivo. A veces nos puede resultar un poco complicado entender por qué realmente es tal veneno pero otras veces, seamos sinceros, lo que nos gustaría es no saber o ignorar la verdad porque… está tan bueno!! (Y sí, parece que es adictivo. Y sí, en combinación con las grasas saturadas parece que es todavía más adictivo)

Hay un remix bastante curioso acerca del consumo de azúcar y las nefastas consecuencias de su exceso, pero en resumen, todo está relacionado con cómo se metaboliza en nuestro organismo y cómo afecta a los niveles de insulina y otras hormonas. A pesar de que la glucosa es el combustible necesario para que nuestras células funcionen, cuando está en exceso en la sangre es como un tóxico y el cuerpo tiende a eliminarlo. Y aquí es donde se ponen en marcha esos mecanismos en los que intervienen dichas hormonas (insulina, glucagón…) para regularla, es decir nuestro cuerpo (si estamos sanos) es capaz de manejar la situación. Pero si nos pasamos demasiado, el exceso acaba convirtiéndose en grasa. Y cuando lo sometemos a repetidas subidas y bajadas bruscas de glucosa al final llega a un punto en el que ya no sabe muy bien qué hacer, se producen desequilibrios y a la larga esas posibles enfermedades metabólicas. En conclusión, y en líneas generales, lo ideal sería mantener los niveles de glucosa en sangre óptimos y estables. Y los azúcares refinados van y producen todo lo contrario.

azucar

Personalmente, una de las cosas que más me motivó en un principio a reducir drásticamente mi consumo de azúcar (si no contamos aquellas dietas de mi adolescencia para adelgazar hace siglos*) fué cuando me dijeron que las células tumorales se alimentaban de glucosa. Al principio pensé «vale, pero es que el resto de las células también se alimentan de glucosa…» Lo que no sabía entonces es que las células cancerosas tienen una afinidad por ella mucho mayor que las células normales (porque tienen más receptores para la insulina) y que su forma de utilizarla es distinta. Si tienes un tumor activo está claro que reducirle el combustible no puede ir mal, pero ¿y si no? Aunque no terminase de comprenderlo bien me produjo un poco efecto pánico y, al margen de conocer o no el mecanismo de acción exacto, parecía que las evidencias científicas apuntaban a que de alguna manera el azúcar no era bueno en lo referente a ese tema.

Después he ido acumulando otros argumentos en contra: el ya mencionado tema metabólico, que el consumo excesivo de azúcar acidifica el organismo y provoca descalcificación de los huesos, que también alimenta a algunos microorganismos indeseables de nuestro sistema digestivo, que como hemos dicho son calorías vacías…vaya, que sumados todos en conjunto ya tienen peso suficiente como para  convencerme de que «por si acaso, más vale prevenir»

Así que… adiós azúcar!!!

Lo que toca pues es conocer qué tipos de azúcares hay que evitar y utilizar alternativas más saludables, porque está claro que, ya que biológicamente estamos capacitados para experimentarlo, no deberíamos eliminar por completo el sabor dulce de nuestra alimentación. Eso sí, habrá que elegir precisamente aquellos alimentos sin procesar que por naturaleza lo son.

Pero esto será ya en la próxima entrada…

 

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*como anécdota os contaré que mi madre solía decirme: «hija mía que estás adelgazando demasiado, tienes que comer más azúcar que es bueno para los huesos»… (¿de dónde se sacaría eso?:D)

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